GALICIA EN PANAMÁ

martes, 27 de marzo de 2012

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Sociedad Española de Beneficencia

La primera asociación que fundaron los españoles en Panamá fue la Sociedad Española de Beneficencia, en 1885. Nació como una sociedad similar a las que se estaban creando en otros países de América. La Sociedad tenía como objetivo principal ejercer la beneficencia, socorriendo en enfermedad o muerte a los miembros que no tuvieran recursos y a aquéllos que, habiendo sido miembros, quedasen sin ellos, o a las viudas y huérfanos sin recursos, y a los españoles transeúntes en el país que demostraran necesitar auxilio. Las mujeres no podían ser miembros de la sociedad, y ello era reflejo de la situación de discriminación en que vivían las mujeres en la época. Fue creada en los años en que naufragó el proyecto de construcción del Canal francés y muchos obreros se quedaron sin trabajo y sin posibilidad de regresar a su país, se debió sin duda a la necesidad de protección de los inmigrantes en situaciones de incapacidad por enfermedad o muerte, ya que no la podían obtener de ninguna institución española ni panameña. El único recurso era por tanto asociarse para la ayuda mutua y para socorrer a compatriotas necesitados. Ese espíritu solidario fue el que les hizo ocuparse también de los obreros españoles en el Canal.
Hacia 1912 se crearon otras sociedades como el Centro Español y el Aplec Catalá, cuyos objetivos al parecer eran de carácter cultural y social, y probablemente con un fuerte componente nacionalista en el caso del Aplec Catalá, que ha sido el único centro español en Panamá creado por miembros de una comunidad regional. Probablemente esto sea así porque en ese tiempo Cataluña era la región de España donde existía un movimiento nacionalista. Las diversas comunidades que han compuesto la inmigración española en Panamá han mantenido sus características propias, especialmente su lengua, sus costumbres culinarias, sus fiestas, sus músicas y bailes, pero no han tenido casas regionales.
La Sociedad Española de Beneficencia fue en las primeras décadas del siglo XX uno de los lugares con mayor vida social de la ciudad. Los panameños podían ser socios de recreo, y disfrutar también de sus instalaciones, restaurante y sala de fiestas. Hasta mucho tiempo después no aparecieron otros espacios de encuentro de la comunidad española. La ruptura de 1962 entre los partidarios de la República (o antifranquistas) y los franquistas, si bien no fue la causa, sí que precipitó la fundación del Club Deportivo Unión Española. Su embrión fue el club de fútbol de su mismo nombre que existía desde hacía años, un grupo que había salido de la Sociedad más otros decidieron fundar un club social en 1971. En estos mismos años, razones parecidas impulsaron a otros españoles en las diferentes provincias del país para crear sus centros: el Centro Español de David, el Centro Español de Colón, el Centro Recreativo Español en Aguadulce, el Centro Recreativo Español de La Arena, en Chitré, el Centro Español de Santiago y la Sociedad Española de La Chorrera.
Estos centros surgieron ya como lugares de esparcimiento y reunión. La necesidad de recrear espacios donde poder estar con las familias, donde hacer las cosas habituales para ellos (y para ellas), cocinar sus platos de siempre, conversar con los amigos, jugar la partida de cartas? Las mujeres desempeñaron un papel importante en estas sociedades, "las esposas venían y traían algo que comer, croquetas, arroz? se vendía lo traído y con los beneficios más las contribuciones de los socios y sus familias se levantó el club, así se fue levantando el espíritu del Club", "era otro ambiente diferente al de la Sociedad, era más familiar, los chiquillos jugaban y una se sentía en completa libertad de hacer otras cosas", cuenta Cuca Pérez acerca del Club Deportivo.
Fiestas, comidas, esparcimiento los fines de semana, fútbol, bailes. Algunos centros reproducían las fiestas más convencionales de España, casi todos: los Reyes Magos, Santiago Apóstol, 12 de octubre...Alguno como el Club Deportivo Unión Española era diferente: celebraban el Día de la Madre y el Día del Padre, había una noche bailable para los niños, y la fiesta nacional de Panamá. Así como la Sociedad diferenciaba entre los socios panameños y los españoles, los otros no, y las mujeres tenían el mismo derecho que los hombres a ser socias. En La Chorrera, los socios se reunían durante mucho tiempo en casa de uno de ellos para jugar cartas, en esas reuniones se planeó la fundación del centro, y construyeron ellos mismos su edificio. En los años sesenta y setenta, que fue la época en que se crearon la mayoría de los centros españoles, la conexión de los inmigrantes con su familia en España y con su terruño dependía del correo, las gentes escribían cartas y era un acontecimiento cuando alguien viajaba a su pueblo: le hacían una cena de despedida en el centro y le daban cartas para la familia, y esperaban con ansia su regreso, para que les contaran cómo habían visto a su gente, cómo estaba su pueblo. A veces tardaron 6, 8, 15 años en regresar, otros 18 años. Alguno no regresó jamás. "Si a uno no le va bien es como que no se acuerda tanto de los suyos, como que se va desbaratando su persona", dice Eliseo, que tiene 80 años, llegó a Panamá en 1953, y tiene varias operaciones que pudo hacerse gracias a la ayuda del gobierno español, es uno de los españoles que recibe una pensión no contributiva. Eliseo tardó 18 años en poder regresar a España, años de morriña: "siempre miramos para España, y también para Panamá", muchos años sin poder abrazar a su madre. Pero "después que se le mueren los padres a uno las cosas cambian...", afirma Rogelio García, que tiene 42 años en Panamá.Los centros españoles están en decadencia. Sólo permanecen algunos de ellos, los de las ciudades más importantes. Los socios del Club Deportivo Unión Española son conscientes de que ya no es lo mismo, "las nuevas generaciones van muy poco...futuro no hay", afirma Américo Pichel, esposo de Cuca Pérez. En La Chorrera, los socios siguen jugando su partida los jueves en la tarde, y están construyendo un hórreo con techo de pizarra gallega, pero saben que las nuevas generaciones tienen otras formas de vida y otros intereses. La Sociedad Española de Beneficencia ha tenido serias crisis económicas y se ha tenido que ir adaptando a los tiempos.

Galicia: pueblo emigrante